domingo, septiembre 18, 2005

Ciertamente

Pues sí... los recuerdos se desvanecieron.

Es gracioso el comportamiento del ser humano y cómo éste cambia cuando está en presencia de otros seres humanos; estoy felizmente esperando a que ese "qué tanto pueden tardar...?" del turno 15 transcurra. Paseo de aquí para allá, siempre moviéndome en las sombras, y no porque quiera pasar inadvertido, sino porque el sol se habría encargado de asesinar a las 4 docenas de neuronas que me quedan vivas en la cabeza (el resto se mudó a una zona más templada). La entrada a la gran sala de inscripción (cuartito ridículo con unas personas siendo utilizadas por las computadoras de las mesas) es una maravillosa puerta de cristal que de maravillosa no tiene nada, donde está un guardia idiota que de idiota no tiene nada (es bastante eficiente, en realidad, aunque me imagino que Tycho tendrá otra opinión de él) haciendo su complicado trabajo, que en realidad sí es complicado: tienes a una bola de idiotas (a juzgar por las fichas que vi por ahí, han de haber sido unos trescientos en total) todos hechos bola en la entrada para dos personas del edificio y lo único entre la turba iracunda y la aniquilación total de todo lo que es bueno es este sujeto de pelo gris y una barriga llamada Billy the Kid.

El pobre tipo llega a las seis de la mañana, según sus propias palabras (lo dijo cuando alguien le preguntó sobre las inscripciones tardías) y se va hasta que se acaba, porque esto no se acaba hasta que se acaba! Es el encargado de entregar las fichas para tres diferentes tipos de inscripción (sólo el día de música... no sé qué tanto sucederá cuando se inscriben los otros patéticos intentos de artistas, en días distintos); los de diplomado, los de reinscripción de taller libre y los que van iniciando su fabulosa travesía en este nuevo mundo de sorpresas esperadas y predecibles y de calabazas voladoras que ni vuelan ni son calabazas, sino tipos que vegetan frente a ti mientras torturas con peculiar empeño un pobre pedazo de madera o metal con una forma tan particular que te toma años poder hacer sonidos decentes con él (léase: nuevo ingreso de taller libre).

La gente no es tan civilizada como este sonriente sujeto de patente pendiente. No hacen fila feliz y silenciosamente, tomando sus gaseosas de dieta, mientras él, con la campancia de aquél al que le pagan por no hacer nada, reparte pedazos de papel que en cualquier otra circunstancia tendrían la relevancia de una foca muerta orbitando un planeta que no podemos ver (si lo pudiésemos ver, esa foca sería, en realidad, sumamente interesante y la mitad de los científicos desempleados dedicarían sus infructíferas vidas a estudiar a dicha foca). NO! Ni madres!! La gente se hace bola, lanzando preguntas estúpidas al aire, estirando sus larguchos brazos y sus delgados dedos en busca de tan circunstancialmente relevante papelito. Enmedio de gritos y empujones está Billy the Kid y detrás de él, el héroe de todos. El pobre sujeto tiene que estar dando boletos de 3 clases a personas de 2 clases (una clase conformada por los idiotas escandalosos que no saben cuándo morir y la otra clase conformada por MI. Obviamente estas dos clases son linealmente independientes y forman un base). Encima de esto, tiene que aguantar a las cuarentonas ociosas que no hacen nada que rascarle el ombligo a sus hijos (porque no se sienten merecedoras de caricias en su propio órgano) que llegan con la ignorancia propia de un camello hablando de cálculo diferencial de variable múltiple haciendo preguntas cuya estupidez es sólo excedida por la que aparentan sus peinados y cuyas respuestas ellas mismas no pueden comprender, por más que el dueño de Billy the Kid se esfuerce en contestar. Y se esfuerza! Además, tiene que estar llevando 3 diferentes conteos, uno para cada tipo de boletito, y estarlos repitiendo para dos tipos de personas: los que se quedan ahí hechos bola, asándose, frente al sujeto y la puerta, pendientes de todo lo que sucede, como ciudadanos responsables; y los otros, como yo, parásitos asquerosos que se van a sentar a la comodidad de una sombra pérfida de un árbol no menos pérfido pero más verde, yendo civilizada y silenciosamente a preguntar de vez en cuando en qué número van, para luego volver a la tan cómoda sombra que cubre una no tan cómoda banca.

No sé cómo es posible que en el sopor de la mañana veraniega de Hermosillo, rodeado de tantas fuentes de calor, fuentes muy estúpidas, escandalosas y molestas, recibiendo constantes ataques de gente sin oficio que no tienen a donde ir y sin embargo alegan tener prisa (como aquella que me parece que sacóme plática alegando que tenía que estar en el aeropuerto a no sé ni me interesa qué hora)... no sé cómo es posible que este tipo mantenga su sonrisa de comercial de colgate de bajo presupuesto. Impresionante! Nunca pierde la calma, nunca pierde la sonrisa, nunca pierde sus aires de grandeza, nunca pierde a Billy the Kid... Cuando sea grande quiero ser como él (y como Rutger Bauer, en Lady Hawk).

Ya hacia el final de mi jornada, decidí integrarme al grupo de los ciudadanos responsables. Aglutinéme junto con las demás masas, que igual podrían ser inertes y nadie notaría la diferencia, esperando a que mi turno llegase. Eran aproximadamente las 11am y el calor comenzaba a ser en extremo molesto. El hombre de oro alzó la voz y la barriga y dijo "A ver, por qué no se mueven hacia allá -acompañado esto de un ademán señalando hacia su derecha-, donde hay sombra? Nadie hizo caso (creo que ni siquiera yo, pero no recuerdo bien). Entonces aclamó: Nos vamos todos para allá -el ademán no se repitió, pues todos sabíamos la locación de este lugar maravilloso-. Allá vamos todos, como idiotas, siguiendo a la puerta bípeda. La gente que no se encontraba en esa masividad en particular no se dirigía hacia el sujeto, sino directamente a la puerta del edificio... por lo que el sujeto tuvo la necesidad de volver a su posición anterior, no sin antes decirnos que nos quedásemos en la sombra y que él nos llamaría. Lo gracioso sobre el comportamiento humano es que de haber estado sólo una persona (o un grupo pequeño de personas solas), esa persona se habría quedado felizmente en la abrigante sombra, esperando pacíficamente su turno, pero la gente no estaba sola, era una masa de más de 30 idiotas (y yo) y es eso justamente lo que causó que lentamente el centro de masa de este cuerpo humano masivo se desplazase en dirección a la puerta, pese a que esa actitud no tenía sentido alguno. Es como una competencia sin comienzo y sin finalidad alguna, en la que el que gana es el que tenía el boleto con número más pequeño desde antes de que el comienzo inexistente de la competencia se diese, aunque éste no se dio.

Poco después de esto me tocó entrar a mí y mi aventura terminó.

15 comentarios:

qué acá está el deste... dijo...

En una ocasion me toco estar en las inscripciones de derecho de la uni y es de lo más espantoso: inmagínense 500 o mas individuos que estudian 5 años o más para aprender a pasar por encima de los demás y ganar dinero haciéndolo, peleando juntos por pasar. Recuerdo que había un tubo de contención y todos pujaban para enfrente con sus brazos al alto como si fuera un concierto de la banda de rock más malosa. Incluso una pobre fulana gritaba "estoy embarazada, no me aplasteeeeen". Uno ya no sabía si sentir lástima por la pobre e indifensa mujer pregnada y aplastada por la gente sin educación o coraje de pensar que lo más seguro es que fuera un truco bajo para pasar primero.

Dios Dios dijo...

Y qué hacías en las inscripciones de Derecho? Tuviste un súbito ataque de dudas sobre la dirección de tu vida como artista?

Negra dijo...

Las inscripciones de Derecho se asemejan al centro de Hermosillo en epocas decembrinas.

qué acá está el deste... dijo...

Je je, no me delates diosdios...

Charlotte Corday dijo...

turup
turup
tururururururup
tu ru ru rupppppppppppppppppp

Dios Dios dijo...

Ah, miren, Michelalexander85520592 cree que mi blog es genial.

Anónimo dijo...

Worale... un Blog genial... ya ni yo me lo esperaria...
Juar Juar Juar Juar....

Sobre lo de la tipa embarazada..tendre que decirle a alguna compa~era que lo intente...
Esperemos que funcione

Anónimo dijo...

No hay nada mejor que usar una bomba fétida para dispersar a las multitudes [y una máscara de gas que no despierte sospechas].

Dios Dios dijo...

No sé qué tan viable sea eso de usar una máscara de gas que no despierte sospechas...

-Oye, qué traes en la boca? Es una máscara de gas?
-No, es una ardilla muerta
-(con cara de sorpresa) Eso no parece una ardilla
-Es que es una ardilla muerta
-REALMENTE no parece una ardilla muerta
-Oh, pero lo es
-(alejándose lentamente) Y... por qué traes una ardilla muerta en la boca?
-(con mirada perdida)Cuál ardilla muerta?!!!
-(alejándose rápidamente) Seh...

Ah, mira, ni siquiera necesitas la bomba fétida, con la máscara basta.

qué acá está el deste... dijo...

Pero si haces esas excentricidades en cualquier departamento artisticoide no creo que nadie se espante, por el contrario van a pensar que tienes los principios de esquizofrenia necesarios para ser un genio en tu area. A mi parecer lo unico que haria que se huyeran seria el rumor de un antidoping durante el proceso de inscripcion.

LanthanumHexaboride dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
LanthanumHexaboride dijo...

En efecto, el que tiene el número más pequeño gana.
Pero qué feliz estoy de haberme evitado tantas... "aventuras". Para mi suerte -y desde luego mi PLACER- las inscripciones aquí son simples: Entras a la página de internet, escribes tu matrícula y tu contraseña, seleccionas los cursos que quieres tomar, y si no están llenos, voilá!, inscribístete.
Nada de turnos, ni papeletas, aglomeraciones de asnos, recibos, ni parásitos (como alguien cuyo nombre no quiero mencionar) que alucinan calabazas -y focas; fue una alucinación, aunque no lo supieses antes de esto- debido al calor de lo que podría CASI ser el infierno -jamás había pensando en cuánto tienen en común vos y Hermosillo! (por algo vives ahí...)-
Por cierto, inscribístete nuevamente en ambos, violocello y flauta?

Dios Dios dijo...

Sí, inscribíme en ambos. Justamente hoy tuve una clase. Para mi sorpresa, la tuve con otra tipa que lleva al menos un semestre más tocando (y para mi beneplácito no parece tocar notablemente mejor que yo). El sujeto (maestro) decidió que tocaría algunos duetos con ella y comenzamos hoy. Incluso hube de tocar a primera vista. Pese a que era algo por demás sencillo (y que en flauta podría haberlo tocado a primera vista, cinco veces más rápido), batallé un poco. En primera porque se me adormecieron los dedos (algo que me sucede a veces cuando comienzo a tocar cello) y en segunda porque no tengo práctica con la estúpida clave de FA... La estúpida clase duró más de una hora (por lo general son de media hora). Dolíame el dedo índice izquierdo muy desagradablemente!

Ah, por cierto, Peptimadres, ayer Alegría púsome a tocar Vocalise, de Rachmaninov... qué canción tan agradable!

LanthanumHexaboride dijo...

Clave de Fa, en la flauta?! (estabas hablando de que tuvisteis problemas tocando flauta) La flauta alcanza tonos menos graves que el violín, y jamás he visto partitura alguna para violín en clave de fa...
Excelente, hízolo. Es, efectivamente, una pieza sublime. Yo tengo las partituras desde hace meses... pero unas partituras muy desagradables (con otros 8 instrumentos o algo así!). Deberé transcribirla y deshacerme de los demás instrumentos, dejando sólo el violín principal.
"peptimadres"... excelso.

Dios Dios dijo...

No, en realidad hablaba de tocar cello... en el paréntesis mencioné que en la flauta habríame resultado muy sencillo... pero NO era para la flauta.