domingo, abril 29, 2007

Otrora 2: la venganza de los corchetes

Y como iba diciendo antes de la interrupción matinal, pequeña, fragil y masculina, pero con buenas piernas (o eso dice ella...), las mañanas son largas este semestre y mi paciencia se ha tenido que adaptar a las circunstancias. Ese saludo cordial con el Portero [no,no es guardia] de mi colonia que tanto odio (el saludo) y que tan obligado me siendo a extender. "Buenos días" -"Buenos días", sonrisa, sonrisa, saludo, saludo, adiós, adiós. Qué idiotez.

Camino un poco y me paro en la parada (parada, parar... seh) escuchando la música de mi CD player e ignorando toda señal de vida a mi alrededor, con contadas excepciones (como el camión de payasos/albañiles del post anterior). Algún buen día estaba yo ahí parado, de nuevo, sin molestar a nadie, y veo que de la esquina se acerca una morrita de porte altanero, con el caminar de una modelo y las piernas de una zorra (como deben ser, obviamente), vestida con el uniforme de alguna secundaria o preparatoria [falda a cuadros... predominantemente azul, me parece, pero ya no recuerdo bien]. Se ve ligeramente agitada, como la zorra cuyas piernas tiene, y de mirada desesperada. Se para por ahí en un lugar al azar, siempre volteando a ver en dirección del lugar de su procedencia, como esperando a alguien, impaciente, asustada, quizá. Después de unos segundos la veo moverse y volteo hacia ella. Se pone justamente detrás de mí y ahí se queda. Y yo con cara de "así de irresistible soy? What's shakin' baby?". Descepción terrible, no era yo la razón de su movimiento sino un sujeto con cara de sholo [con S, sí] que venía en un carro bien pimp barato (o sea, un chocolate con unas pseudo-mejorías muy al estilo gringo, pero sin el dinero que lo sustente) y le gritaba desde el auto "súbete, no seas mamona, súbete... ándale! súbete!". A la madre -pensé, esto se puede poner feo si el vatín ése se baja del carro. La tipita seguía diciendo que no y se movía desesperada, alejándose del auto (y de mí, jaja). Finalmente el tipo se hartó y se fue [bueno, no tanto se hartó sino que había una horda de automovilistas desesperados detrás de él gritándole hasta de qué se iba a morir el hámster que tuvo cuando tenía 10 años y que sus papás se llevaron a vivir a Nunca Jamás, la tierra donde nunca se haría viejo y podría vivir para siempre rodeado de hamstercitas hogareñas, asendosas y fáciles por el resto del tiempo de vida del sol, o sea algunos miles de millones de años, luego tendría que mudarse a otro barrio porque a nadie le gusta vivir cerca de una súpernova], pero la tipa seguía asustada, temiendo que el neandertal (con capacidad para manejar... estos neandertales de ahora no son como los de antes!) volviera y esta vez, recuperado de las terribles noticias sobre la relación entre su hámster desaparecido y el excusado, se bajara a molestarla. Al primer camión que llegó, la tipa de piernas largas, senos perfectos, cabello castaño, brillante, peinado deliciosamente... oooh sí... oooooh sí... eh.. qué? Ah, sí, se subió al pinche camión y me olvidé de ella.


Me encantan los días en los que tengo que correr para alcanzar el camión. Me da cierto sentimiento de utilidad porque no siento que esté desperdiciando mi tiempo, valioso tiempo, esperando como idiota ("cada quién espera como puede"... pinche gente que no se cansa de ese "chiste") a que el camión del mal llegue y me lleve al lugar donde nada es bueno, todo es malo y las manzanas no huelen. Lo extraño es que realmente no me interesa llegar temprano a la escuela (nunca me ha interesado, como muchos sabrán, llegar temprano a ningún lado porque nunca tengo prisa y mucho menos cuando voy tarde) pero el hecho de estar como idiota parado en la parada (parada... parado...) me hace pensar que bien ese tiempo pude haberlo utilizado para estar acostado en mi cama felizmente fingiendo que el mundo no existe pero noooo, tengo que estar en la calle viendo la fealdad de la gente, respirando la toxicidad de los autos y magullando la fealdad de la vida matutina.

Y quién dice que el héroe es el que salva vidas y se sacrifica? Yo fui un héroe, pero los productores de la serie dijeron que era demasiado grande para salir en la serie... Hubo durante como dos semanas un sujeto que vendía sodas y burritos a los camioneros que pasaban por esa parada. El camión se paraba a dejar gente y subir gente, el vendedor veía al conductor con cara de complicidad, luego el conductor hacía un gesto imperceptible al ojo de un observador normal y concluían el trato [o la falta de éste]. Un espectáculo sutil, como una stripper con bulto o una musaraña. Un buen día, que se pronuncia igual que el apellido, pero nadie habla de ningún Aureliano aquí, estaba yo felizmente en mi reino de podredumbre, esperando a mi otoño y veo que un camionero, del otro lado de la calle, le hace un gesto al vendedor y éste sale corriendo. Mientras corre a través de la calle, se le cae la pluma que traía en el bolsillo; se da cuenta, pero no se regresa porque el camionero se impacienta y todos saben que a un camionero, como a una dama, no se le debe dejar esperando. Yo, vigilante, volteo hacia la izquierda y veo que los carros vienen ya del semáforo, contra la pobre pluma. Lo pienso unos microsegundos (quizá menos) y me lanzo sobre la pluma para rescatarla! A mitad del camino pienso "puuuuta... espero poder agarrarla a la primera, jaja", porque los carros ya estaban muy cerca. Efectivamente la agarré a la primera y como la gacela que soy me regresé brincoteando felizmente a la parada; dejé la pluma sobre la banca y me subí a mi carroza verde, que ya me esperaba impaciente y, como todos sabemos, a un camionero, como a una dama, no se le quita el brassiere a la... digo.. no se le deja esperando.

Fui un héroe.


Etiquetas de esta entrada: por ej., motocicletas, vacaciones, otoño

Curioso que sugiera "otoño", palabra que acabo de escribir.


Dentro de la unidad de doblaje número 2, digo... de la ruta 2, es todo un circo. Nunca faltará el tilichero, el payaso, el cantante, la mujer barbona [o más bien todo un pelotón de ellas, cada mañana...], el malabarista, el hombre más alto del mundo [cuyo cuello ha de ser doblado para que no le dé la cabeza contra el techo de la unidad], el domador de bestias, DiosDios y el camionero suicida [qué? nunca han ido a un circo con camioneros suicidas? son los mejores!]. Nunca faltará el sujeto que trae un balde de basuras, el idiota que se tropieza y se da en la madre con todo lo que encuentra, las tipas con más vello facial que yo, el sujeto con una maqueta, un rotafolio o un chingo de pelotas, los pobres tipos de más de 1.85 que simplemente no caben, el ayudante del camionero que aplaca a los rebeldes y grita a viva voz "váyanse haciendo para atrás, por favor! Ahí los de enmedio!" y, claro está, el camionero que va tarde y tiene que sortear un hato de gente que simplemente debería tener prohibido manejar, para no tener que pagar 50 pesos por minuto de retraso...

Justamente hace dos o tres días vi el espectáculo más novedoso! Como algunos habrán notado, por lo general las mujeres no ceden sus asientos a los necesitados sino que se esperan a que algún caballero de guante blanco [hay más de un lugar donde un hombre se puede poner un guante y algunos lugares no son visibles] lo haga por ellas; claro, hay excepciones, como ésta de la que trato de platicar pero mi amor por el preámbulo [interesante...] me hace desviarme a lo idiota! En fin... además de que las mujeres no suelen ceder sus asientos, cualquier señora (quizá la graaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan mayoría) realmente piensa que es el deber de todo apenado [o sea, con pene] cederles su asiento para que ella, en todo su esplendor, gloria, lozanía y decencia de otrora, pueda tener un viaje más cómodo porque, como muchos saben, a una dama... qué? Nada... nada. En fin. Como raras veces [dado que salgo muy temprano de mi casa, pero esta vez era más tarde], el camión estaba ligeramente sobrecargado. Estábamos muchos parados agarrándonos del falo simbólico [Realmente se pueden encontrar alusiones machistas donde sea, es cuestión de buscarlas [toda mujer requiere de un hombre [en este caso representado por el falo en la parte de arriba del camión] para que la ayude en su vida [en este caso, a no darse en la torre cuando el camión frene]... es como los numerólogos que encuentran ciertos números en todas partes...]] y en eso se sube una señora de cara amable, en sus cincuentas, supongo. Regordeta, con unos saludables ochenta centímetros de cadera y se para junto a mí. En eso, una tipa de unos 25 años, que estaba sentada frente a nosotros, se levanta para cederle el asiento a la señora. "Wow", pensé yo entre mí. Pero la verdadera sorpresa estaba aún por llegar! La señora la vio y le dijo sonriente "No, gracias". "MADRE SANTA QUE ESTÁS EN EL CIE... TRIBUNAL, TRABAJANDO!", pensé.

En alguna otra ocasión tuve cierta aventura con un sujeto drogado, un ruco paranóico y una navaja... pero ésa es sopa para otro costal [sí, sopa].


Y los corchetes vivieron felices para siempre.