martes, noviembre 08, 2005

Guadalajara Guadalajara

Tierra de batracios infértiles y tapaderas rotas... ajá... sí... en realidad, poco tiene Guadalajara de particular. Al menos yo no encontré, en la semana que estuve allá, algo realmente interesante y propio de Guadalajara. A mi parecer -y basándome tan sólo en lo que vi-, Guadalajara no es más que una pobre imitación del D.F.

El camión... maravillosas -cuánto sarcasmo- 22 horas de camino con un silencio sepulcral sólo interrumpido por las ocasionales ventosidades de los que son ya caracterizados por sus ventosidades. Algunas cuántas películas, todas de pésima calidad tanto en la producción misma de la película como en la calidad en la que estaban grabadas, pues, como todo lo que por decente quiere pasar en Hermosillo, eran piratas. Underworld quizá se salva de caer en esta categoría, pero no quise verla por... no sé... por haragán, supongo.

El proceso de selección de películas es, como todo en México (y probablemente el resto del mundo, pero no me consta), un ASCO. Básicamente se ve lo que la mayoría -idiota- quiere ver y esto se reduce a películas que ya vieron, son un asco y, por sentirse identificados con la asquerosidad de la producción, quieren volver a ver, dejando así las películas que podrían ser buenas y que incluso podrían gustarles pero que por tener un nombre no-monosilábico, no se atrevieron a ver y probablemente jamás lo hagan.

¿Alternativas? Me llevé dos libros, ambos de Cortázar, con la premeditada intención de no leerlos en el camino (ni en el viaje). Es como cuando las mujeres cargan en su bolso cosas que jamás van a usar, pero las traen porque "podría necesitarlo". Es como la gran cantidad de medicamentos que mi madre diome para el viaje: En los últimos 3 años me he tomado una pastilla para el estómago (y nomás porque requería de mi salud en ese momento, si no, habría dejado que mi cuerpo se encargase del malestar), unas seis aspirinas (en dosis de 2, como todo buen adulto no-adicto a las medicinas) y... algunos dulces de miel para el alivio de mi garganta de flautista (por supuesto...). Nada para la diarrea. En 3 años!! Cuál es la maldita probabilidad de que se me ocurra tomarme unas en particulares 22 horas de mi vida?! En fin... como decía, ése era el propósito de esos libros (ninguno). Las galletas que traía mantenían a mi mandíbula entretenida por largos períodos de tiempo, pero la mandíbula requiere de tan poca de mi atención que realmente no es relevante en cuanto al entretenimiento. Platicar con los que me rodeaban? Veamos... a mi lado el deprimido Alfrodo, contribuyendo al silencio sepulcral, pero no a las ventosidades. Tere, quizá? Igual de deprimida y pasó la mayor parte del viaje tirada en su asiento, dormitando o durmiendo, no sé. Rocío, tal vez. La animada Rocío, frente a mí, tan cerca, tan lejos (no puedo ver por arriba de su asiento... y ella tampoco, por lo que el contacto visual en una posición cómoda para ambos era imposible)... Keren, detrás de mí... jamás he tenido mucho de qué hablar con ella. La conversación más larga que he tenido con ella duró como hora y media, porque le explicaba cosas de una clase... Así que la plática, en general, parecía no ser para nada prometedora en el camión.

La música! Mi refugio portátil. Mi pequeña isla en medio del tempestuoso océano asesino. Mis minas del rel Salomón en la pobreza. Mi comida en tiempos de hambre. Mi fusil en tiempos del crimen, etc... Sí, la música ayuda, pero desafortunadamente tenía una asquerosa bocina (del camión) justo arriba de mí, haciendo demasiado ruido. Mis audífonos, tan pequeños ellos, bien pueden competir con el ruido de la bocina (recordemos que van DENTRO del oído), pero a costa de la salud de mis oídos, tan bellos ellos.

22 horas... 22... 11*2... dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y catorce veintidos...


Estando en Hermosillo, en alguna ocasión alguien me pasó la página del maravilloso Hotel Palacio, que sería nuestro hogar temporal por la duración del congreso. Se veía decente, con habitaciones decentes y todo decente, decente, decente... llegamos y el lugar parecía un basurero desde afuera. Localizado en una calle de cuatro carriles, ida y vuelta, de terreno irregular, probablemente no más ancha que La Quinta Mayor. Al cruzar la calle, un baldío con maleza que bien podría pasar por una ciudad de aspecto extraño. Jamás habría pensado que la magia de la fotografía llegase a tal grado... quizá la foto que vi en la página de la fachada era vieja, de los tiempos en los que el lugar todavía no tenía fantasmas y menos de 20 auditorías por negocios sucios. Todos quedamos estupefactos ante la visión frente a nosotros y el organizador, estudiante también, desapareció en la niebla de Londres, antes de que la turba potencialmente iracunda, entre briagos y nerds, todos armados con flatulencias y ardillas psicópatas, lo lincharan. Probablemente fue lo más inteligente que se podía hacer ante tal situación. La recepción del magestuoso lugar tenía un aspecto más decente. Al parecer, poco se preocupan por la fachada del hotel, pero por dentro lo mantienen limpio y bonito. Malo sería que mantuviesen la fachada limpia y bonita y el interior degenerara a un depósito de cadáveres para la mafia china (dada la cantidad de chinos que hay, probablemente es más barato exportar un cadáver y enterrarlo en el extranjero que intentar enterrerarlo en alguna ciudad china o sus proximidades).

Terminaré luego. Ahorita tengo que terminar un problema de Física Moderna y dormir como un ebrio solitario en vísperas de año nuevo.